Entrevista a Gertrudis de la Fuente.
“Semillas de conocimiento”
Gertrudis de la Fuente me
espera en su casa para realizarle una entrevista tras el éxito que ha tenido el
cortometraje sobre su vida que recientemente ha realizado Medardo Amor. Me
recibe su sobrina que me indica que pase al salón donde descubro a una mujer de
pelo blanco sentada en un sofá, ataviada con una toquilla y visualizando
detenidamente una Tablet sobre sus rodillas. Tras saludarnos, Gertrudis se
disculpa:
-
Perdóname, estaba leyendo la Nature… ¿Sabías que gracias
al grafeno se podrán construir trenes sin fricción? Es muy emocionante ver como
sigue progresando la ciencia. A mi padre le hubiera encantado conducir uno de
esos (risas).
-
¿A usted también verdad? Si no me equivoco su primer
deseo de niña era ser maquinista.
-
Es que imagínate, yo lo que quería era montar en el tren
y descubrir lugares nuevos. Pero volviendo al grafeno…las periodistas deberíais
estar más atentas a estas nuevas aplicaciones sobre el grafeno. Es el futuro de
la tecnología. Estaría bien que realizaras un reportaje sobre ello. Una
sociedad formada e informada científicamente es una sociedad más libre. Y más
feliz si se me permite decirlo.
-
Lo tendré en cuenta, gracias. Veo que se maneja muy bien
con una Tablet. No es muy común ver a alguien de su edad con una en sus manos.
-
Me gusta estar al tanto de los nuevos avances en la vida.
Es un vicio que tengo, el estar siempre en contacto con el conocimiento, y esta
Tablet pesa tan poco que me permite manipularla mientras estoy cómodamente
sentada en el sofá.
-
Usted siempre ha sido una persona ávida de conocimiento.
Ya desde pequeñita apuntaba maneras y le gustaba hablar sobre todo lo que sabía.
-
Efectivamente, y lo sigo haciendo (risas). Mi hermana me
cuidó desde pequeñita ya que me llevaba 9 años. Y a ella le encantaba enseñarme
todas las cosas también. Las cuentas, poemas que aún recuerdo…yo a mi hermana
la admiro mucho. Fíjate que creo firmemente que fue ella la que plantó la
semilla para que yo desarrollara una especie de tozudez del aprendizaje. Disfruto
aprendiendo y siempre ha sido así. Cuando fuimos a Madrid, después de la muerte
de mi padre, coincidió con unos años delicados en los que estalló la guerra civil
y aun así me empeñé en acabar los estudios de bachillerato y con buenas notas.
Quería seguir estudiando Matemáticas o Física, pero terminé por matricularme en
Químicas que era en aquella época más acorde para las mujeres. No me importó,
ya que lo que quería era seguir estudiando y el primer día en la Universidad
fue muy emocionante para mí.
-
Consigue licenciarse en Ciencia Químicas, publica su
doctorado en la prestigiosa revista científica Nature y descubre su pasión por
la bioquímica, una rama científica poco conocida en España.
-
Cierto, era algo muy novedoso aquí. Tuve la suerte de
asistir a un seminario del bioquímico Alberto Sols que había estado
desarrollando su carrera en Estados Unidos. Traía aires nuevos a esta España
maltratada en la que vivíamos y me conquistó como defendía la relación que
existía entre la química de las moléculas y la salud. Era un camino nuevo a
explorar y decidí que quería investigarlo. Así que me uní a su equipo con el
que desarrollé mi trabajo de investigación en el campo de la bioquímica. Pronto
me di cuenta de lo importante que era que estudiantes de medicina supieran de
la importancia de conocer la química de los enzimas y de como su presencia o
ausencia condicionaban la aparición de ciertas enfermedades.
-
Así es como su equipo comenzó a trabajar e investigar codo
con codo con médicos y desarrollaron sistemas de diagnóstico que posteriormente
salvaría tantas vidas, principalmente de niños que estaban predispuestos
genéticamente a ciertas enfermedades.
-
Pero no te creas que fue tan fácil. A los médicos,
hombres la mayoría por no decir casi todos, les costaba trabajar con una mujer
que les explicaba cosas. Quizás por este carácter de “niña sabionda” que
siempre me ha caracterizado, al principio no conectamos muy bien. Bueno, más
bien, ellos no estaban cómodos. Poco a poco encontramos la manera de
entendernos y yo aprendí mucho. Me parece fundamental que en ciencia se trabaje
sin prejuicios de ningún tipo, con humildad y de manera interdisciplinar. El
progreso es eso, trabajar por el bien común poniendo cada uno de su parte.
-
Escuchándola hablar así, mi siguiente pregunta es obligada
¿ha pensado alguna vez en participar en la política?
- ¡Uy! Si tuviera yo ese poder (risas). No, no. Lo mío es la
investigación y enseñanza de las ciencias. Creo que he sido más útil
transmitiendo mis conocimientos. En esta sociedad hace falta mucho de eso:
conciencia científica. Me gusta pensar que he podido plantar semillitas en las
mentes de mis estudiantes como hizo mi hermana conmigo. Y así, poco a poco, en
un futuro conseguir una sociedad más culta que sepa invertir en investigación. Debemos
conseguir que los políticos se den cuenta de la importancia de invertir en ciencia
e investigación y la única manera es educando y concienciando a la sociedad.
Pero no vale dedicar recursos de cualquier manera. Se ha de contar con la
opinión de las mujeres y hombres que se dedican a la ciencia. Se ha de hacer un
uso correcto del conocimiento para invertir en las áreas que están en auge como
las ciencias ambientales, la biotecnología, las energías limpias. Ahora mismo
por ejemplo podríamos tener ya la solución a la crisis climática si se tuviera
en cuenta más a la ciencia que a los intereses económicos.
-
Totalmente de acuerdo. Usted ha sido mucho más útil
formando parte del Instituto de Enzimología del CSIC. Comenzó como colaboradora
en 1956. Cuatro años más tarde consiguió una plaza como investigadora y como
profesora de investigación y en 1970 se traslada con su equipo a la Facultad de
Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. Pero donde realmente tuvo
ocasión de mostrar a la sociedad la importancia de la ciencia fue cuando coordinó
la investigación sobre el Síndrome tóxico del aceite de colza en 1981.
-
Aquello fue una tragedia. Me sentí muy honrada de coordinar
la investigación de este suceso. Pudimos demostrar la relación entre la
enfermedad que mató a tantas personas y la ingesta de este aceite de colza
desnaturalizado. Me congratula ver que mi insistencia, años atrás, sobre que la
Bioquímica debía formar parte de los estudios de Medicina fue acertada.
-
Ayúdeme a plantar mas semillitas Gertrudis. ¿Qué mensaje envía
a la juventud una mujer dedicada toda su vida a la ciencia?
-
De lanzar un mensaje sería el de no perder nunca la curiosidad
de las cosas. No dejar de hacerse preguntas y tratar de resolverlas. El
conocimiento genera conocimiento y proporciona una satisfacción infinita. Es muy
emocionante ver todos los avances que se van haciendo en diferentes áreas y eso
es gracias a la curiosidad innata de la mente humana. Pero, como decía mi madre,
hay que hacer la cosas bien y si no, pues no se hacen. Y a la sociedad le
pediría que se reconozca el valor que tiene la maternidad. Las madres
trabajadoras llevan toda la carga física y mental de la crianza y se les debe
reconocer el esfuerzo y dar valor a lo que están haciendo que no solo es
perpetuar la especie, sino criar a los ciudadanos del futuro para que sean responsables
e íntegros.
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