“El enemigo invisible”
Yolanda Sáez del Río
A Aristóteles se le atribuye la frase “lo obvio es tan
obvio que por obvio no lo vemos”. Esta paradoja nos sirve como presentación
al tema de los virus y pandemias y su relación con la especie humana. Claro que
hay multitud de cosas que aún no sabemos y se siguen investigando sobre los
microorganismos. Cada vez que aparece una enfermedad de origen infeccioso desconocido,
resulta muy complicado llegar a comprender el tipo de agente infeccioso
causante de la enfermedad, el grado de virulencia, la capacidad infectiva, transmisión,
mecanismos de infección, etc, como ha ocurrido por ejemplo con el coronavirus
causante de la Covid 19.
Pero curiosamente, quizás la clave para la lucha contra
los virus y las pandemias no se encuentre en la parte que aún desconocemos,
sino en la parte que sí conocemos. Y no
me refiero únicamente al conocimiento de los virus y bacterias que causan enfermedades
sino a la manera que tiene la especie humana de relacionarse con ellos. Esto
implica que analicemos nuestras sociedades y sus modelos de desarrollo.
Los virus son microorganismos que conviven con la especie
humana desde siempre. De hecho, se consideran parte fundamental de nuestra
evolución al ser capaces de incluir material genético que podría ser útil para
adquirir características nuevas que aportan ventajas a las especies. Los transposones
son un ejemplo de ello. Así, a lo largo de nuestra evolución los virus han
permitido, no solo al Homo sapiens sino otras especies también, la adquisición
de elementos que aportan ventajas evolutivas.
Por tanto, los virus, como otros tipos de microorganismos
no constituyen un verdadero problema para la humanidad. No son el enemigo
invisible a combatir. El problema no es tanto el virus sino la magnitud que
puede alcanzar su actuación en las sociedades contemporáneas. Las pandemias de
los últimos tiempos han puesto de relieve dos problemas que merece la pena analizar.
Por un lado, nuestra manera de relacionarnos con el medioambiente y por otra nuestra
actitud como sociedad.
No cabe duda que a nadie le ha sorprendido que una pandemia
como la que nos afecta en la actualidad, tarde o temprano iba a ocurrir.
Diferentes gobiernos de varios países ya habían establecido algún tipo de protocolo
básico para responder ante una pandemia. Sobre todo, después de los amagos de
pandemia de 1997 y 2003 con la gripe aviar y el SARS. Los veterinarios están acostumbrados
a tratar con estos virus gripales y los conocen bien. Pero solo vemos lo obvio
cuando nos afecta de verdad y es ahora cuando se han volcado todos los
esfuerzos para encontrar una vacuna contra este tipo de virus. Las alarmas
deberían saltar mucho antes, al ver como la superpoblación y hacinamientos de
muchas ciudades nos lleva a un modelo de desarrollo que es insostenible. La ganadería
intensiva y los criaderos de aves masificados por ejemplo nos dan cuenta de la
deshumanización de nuestra relación con el entorno.
Urge por tanto que abramos los ojos y se establezca un debate
serio sobre nuestro modelo de desarrollo que tenga en cuenta un cambio radical
de costumbres. Sobre todo, se apelaría al llamado primer mundo, principal responsable
del deterioro del medio ambiente. Estos cambios por ejemplo implicarían un
cambio de dieta menos dependiente de las proteínas lo que conllevaría no
solamente a una disminución de la ganadería intensiva sino a una mejora en la
salud comunitaria. Los reservorios de virus en animales seguirían existiendo y
también las enfermedades infecciosas que nos afectarían, pero no en forma de
pandemias.
El segundo enfoque del análisis se refiere al
comportamiento de los seres humanos ante una pandemia. De como puede alterar la
vida social, cultural y económica de una sociedad. De como se revela que el
enemigo invisible no es el virus sino nosotros mismos: cuando vemos como afecta
una epidemia a países lejanos y nos parece imposible que llegue hasta nosotros;
cuando olvidamos que lo importante es salvar vidas y no la economía; cuando se
invierte cada vez menos en I+D; cuando no existe el trabajo colaborativo entre
países en la búsqueda de vacunas…
Por tanto, está en nuestras manos como sociedad hacer
frente a lo obvio que no es mas que aquello que no queremos ver porque implica
unos cambios en nuestro modelo de desarrollo que significaría la pérdida de
privilegios de unos pocos. Como en la novela “La peste” de Albert Camus, nos
queda la esperanza de la prevalencia de la solidaridad colectiva.
Fuentes:
https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/ironias-de-la-vida...-y-los-virus-que-la-acompanan
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