domingo, 11 de abril de 2021

FILOSOFÍA, CIENCIA Y LITERATURA. Tarea 3.

 

“Un universo debajo de las piedras”

Yolanda Sáez del Río


Bajo la mirada infantil, el título del presente texto puede adquirir un sentido diferente al que, a priori, pudiera tener para un profesional científico. Ahora sí, yo creo que todos, al leer esta frase con la mirada de nuestra niñez, recordamos lo emocionante que era descubrir mundos nuevos en la naturaleza. Como levantar una piedra y comprobar el ajetreo de vida menuda que aflora de la nada.

La inspiración para esta entrada la he encontrado en la sencilla guía didáctica de Rachel Carson “El sentido del asombro”. Me parece un relato muy interesante para relacionar y recalcar la importancia que tiene la educación en valores como el respeto al medioambiente para el desarrollo de una sociedad madura y civilizada. No cabe duda que el contacto con la naturaleza aporta numerosos beneficios en la formación de la persona, tanto a nivel cognitivo y emocional, como cultural y social.

Rachel Luise Carson (1907 – 1964) fue una bióloga que contribuyó en la concienciación ecológica de la sociedad. Su trabajo más conocido es “La primavera silenciosa” donde denunciaba el uso de pesticidas con DDT y los daños que causaba en la cadena trófica de seres vivos afectando principalmente a las aves rapaces. Grupos ecologistas de los años 70 tomaron el relevo de esta denuncia y el DDT terminó siendo prohibido para uso agrícola en la mayor parte del mundo.

“El sentido del asombro” es un escrito mucho más íntimo y personal donde muestra, a través de los ojos de su sobrino, una sensibilidad hacia las pequeñas cosas de la naturaleza. Este fue un proyecto inacabado ya que la autora murió repentinamente en 1964 a la edad de 56 años, pero quedó plasmada en la breve guía didáctica cómo, a través del acompañamiento de un adulto, se puede inculcar la capacidad del asombro, la curiosidad y la sensibilidad hacia los “misterios” de la naturaleza.

Carson nos muestra con esta obra el viaje que recorre con su sobrino a través del sencillo contacto con la naturaleza. Señala el camino de cómo los adultos pueden acompañar a los niños en la construcción de una personalidad curiosa con el mundo que les rodea y les ayuda a su vez a desarrollar una actitud crítica en el sentido de preguntarse el porqué de las cosas. En este caso, Rachel no se dedica a transmitir los conocimientos que tiene sobre Biología. Acompaña a su sobrino en el descubrimiento de detalles en los que muestra interés provocando en el niño la misma sensación. Se dice que aprendemos por imitación, y en este caso se cumple la norma en tanto en cuanto el sobrino reproduce el mismo interés que observa en su tía. Esto nos da una referencia de los importante que es el acompañamiento de los adultos durante el aprendizaje de los niños.

Es muy interesante cómo este sencillo libro nos descubre los numerosos beneficios que se pueden obtener de la educación en contacto con la naturaleza. En la actualidad, las metodologías más innovadoras sobre educación promueven el contacto con la naturaleza. En una sociedad en la que predomina la masificación en ciudades y también en las aulas, las salidas al campo constituyen un soplo de aire fresco para las pequeñas mentes en desarrollo. Apartar la vista de las pantallas y descubrir las mejoras cognitivas y emocionales como, por ejemplo: mejora de la atención, disminución del estrés, mejora del autocontrol, incremento de la motivación y el compromiso activo, promueve la actividad física, mejora el contexto del aprendizaje y las relaciones sociales o facilita el juego y la creatividad. Numerosos artículos académicos avalan estas afirmaciones.

Han pasado más de 50 años desde la edición de este sencillo escrito y parece que su mensaje se encuentra de plena actualidad. Tanto las nuevas metodologías educativas como algunas terapias con animales son indicativos de lo acertado que era el discurso medioambiental de la escritora y bióloga. Existen terapias relacionadas con la educación como la llamada “Educación asistida con animales” para mejorar la motricidad, corregir comportamientos agresivos, mejorar las habilidades sociales, mejorar la autoestima…

No cabe duda que esta pequeña guía didáctica representa una metáfora a la vuelta de la transmisión de conocimiento ancestrales. Como antaño se hacía vía maestro-discípulo o de padres a hijos. En una sociedad cada vez más individualista y consumista el contacto directo con la naturaleza y entre humanos es vital. Ese acompañamiento del adulto con el niño en el descubrimiento del mundo se torna fundamental para la construcción de unas sociedades donde los individuos posean una empatía y un sentido crítico para mantener un desarrollo sostenible. Esta adquisición de valores se conseguirá no solamente con la adquisición de meros conocimientos científicos sino también de valores morales y bioéticos. Una ciudadanía formada científicamente pero también formada en valores conducirá a la formación de una sociedad más libre donde su capacidad crítica pero también su empatía la llevará a poder tomar decisiones más justas.

 Fuentes:

Rachel Carson, mujeres con ciencia https://mujeresconciencia.com/2020/10/28/rachel-carson-y-el-sentido-del-asombro/

Beneficios del aprendizaje en contacto con la naturaleza https://escuelaconcerebro.wordpress.com/2019/12/30/beneficios-del-aprendizaje-en-contacto-con-la-naturaleza/#:~:text=El%20contacto%20con%20la%20naturaleza%20fomenta%20las%20buenas%20relaciones%20y,desarrollo%20f%C3%ADsico%2C%20cognitivo%20y%20socioemocional.&text=Como%20siempre%20decimos%2C%20lo%20m%C3%A1s,en%20y%20para%20la%20vida.

Beneficios de la terapia asistida con animales  https://www.hvcruzcubierta.com/beneficios-la-terapia-asistida-animales-ninos/#:~:text=La%20Terapia%20Asistida%20con%20Animales%20de%20Compa%C3%B1%C3%ADa%20(TAA)%20es%20un,en%20grupo%3A%20desde%20ni%C3%B1os%20autistas




jueves, 8 de abril de 2021

FILOSOFÍA, CIENCIA Y LITERATURA. Tarea 2: Virus y pandemias.

 

“El enemigo invisible”

Yolanda Sáez del Río

 

A Aristóteles se le atribuye la frase “lo obvio es tan obvio que por obvio no lo vemos”. Esta paradoja nos sirve como presentación al tema de los virus y pandemias y su relación con la especie humana. Claro que hay multitud de cosas que aún no sabemos y se siguen investigando sobre los microorganismos. Cada vez que aparece una enfermedad de origen infeccioso desconocido, resulta muy complicado llegar a comprender el tipo de agente infeccioso causante de la enfermedad, el grado de virulencia, la capacidad infectiva, transmisión, mecanismos de infección, etc, como ha ocurrido por ejemplo con el coronavirus causante de la Covid 19.

Pero curiosamente, quizás la clave para la lucha contra los virus y las pandemias no se encuentre en la parte que aún desconocemos, sino en la parte que sí conocemos.  Y no me refiero únicamente al conocimiento de los virus y bacterias que causan enfermedades sino a la manera que tiene la especie humana de relacionarse con ellos. Esto implica que analicemos nuestras sociedades y sus modelos de desarrollo.

Los virus son microorganismos que conviven con la especie humana desde siempre. De hecho, se consideran parte fundamental de nuestra evolución al ser capaces de incluir material genético que podría ser útil para adquirir características nuevas que aportan ventajas a las especies. Los transposones son un ejemplo de ello. Así, a lo largo de nuestra evolución los virus han permitido, no solo al Homo sapiens sino otras especies también, la adquisición de elementos que aportan ventajas evolutivas.

Por tanto, los virus, como otros tipos de microorganismos no constituyen un verdadero problema para la humanidad. No son el enemigo invisible a combatir. El problema no es tanto el virus sino la magnitud que puede alcanzar su actuación en las sociedades contemporáneas. Las pandemias de los últimos tiempos han puesto de relieve dos problemas que merece la pena analizar. Por un lado, nuestra manera de relacionarnos con el medioambiente y por otra nuestra actitud como sociedad.

No cabe duda que a nadie le ha sorprendido que una pandemia como la que nos afecta en la actualidad, tarde o temprano iba a ocurrir. Diferentes gobiernos de varios países ya habían establecido algún tipo de protocolo básico para responder ante una pandemia. Sobre todo, después de los amagos de pandemia de 1997 y 2003 con la gripe aviar y el SARS. Los veterinarios están acostumbrados a tratar con estos virus gripales y los conocen bien. Pero solo vemos lo obvio cuando nos afecta de verdad y es ahora cuando se han volcado todos los esfuerzos para encontrar una vacuna contra este tipo de virus. Las alarmas deberían saltar mucho antes, al ver como la superpoblación y hacinamientos de muchas ciudades nos lleva a un modelo de desarrollo que es insostenible. La ganadería intensiva y los criaderos de aves masificados por ejemplo nos dan cuenta de la deshumanización de nuestra relación con el entorno.

Urge por tanto que abramos los ojos y se establezca un debate serio sobre nuestro modelo de desarrollo que tenga en cuenta un cambio radical de costumbres. Sobre todo, se apelaría al llamado primer mundo, principal responsable del deterioro del medio ambiente. Estos cambios por ejemplo implicarían un cambio de dieta menos dependiente de las proteínas lo que conllevaría no solamente a una disminución de la ganadería intensiva sino a una mejora en la salud comunitaria. Los reservorios de virus en animales seguirían existiendo y también las enfermedades infecciosas que nos afectarían, pero no en forma de pandemias.

El segundo enfoque del análisis se refiere al comportamiento de los seres humanos ante una pandemia. De como puede alterar la vida social, cultural y económica de una sociedad. De como se revela que el enemigo invisible no es el virus sino nosotros mismos: cuando vemos como afecta una epidemia a países lejanos y nos parece imposible que llegue hasta nosotros; cuando olvidamos que lo importante es salvar vidas y no la economía; cuando se invierte cada vez menos en I+D; cuando no existe el trabajo colaborativo entre países en la búsqueda de vacunas…

Por tanto, está en nuestras manos como sociedad hacer frente a lo obvio que no es mas que aquello que no queremos ver porque implica unos cambios en nuestro modelo de desarrollo que significaría la pérdida de privilegios de unos pocos. Como en la novela “La peste” de Albert Camus, nos queda la esperanza de la prevalencia de la solidaridad colectiva.

Fuentes:

https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/ironias-de-la-vida...-y-los-virus-que-la-acompanan

https://www.dw.com/es/qu%C3%A9-especies-transmiten-los-virus-en-busca-del-animal-vector-del-coronavirus/a-57044385

https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/actualidad/sociedad/2020/08/30/veterinarios-llevamos-trabajando-coronavirus-90/1051105.html