miércoles, 20 de abril de 2022

INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LA VIDA Y DE LA TIERRA. Luna y Tierra

Compañeras de vida  

Como una madre a sus hijos la Luna nunca le ha quitado el ojo de encima a la Tierra. Y no es para menos ya que muchos de los aspectos que afectan a la Tierra tienen que ver con ella. La mareas, la ralentización del movimiento de rotación, las estaciones o los eclipses afectan de una manera u otra a la Tierra.

Para empezar, no es una exageración decir que la Luna no le quita el ojo a la Tierra ya que debido a la coincidencia en la duración de su movimiento de rotación y traslación alrededor de nuestro planeta siempre nos muestra la misma cara. La llamada cara oculta de la Luna queda invisible desde la Tierra.

También es justo comentar que la influencia de la Luna sobre la Tierra se ve intensificada muchas veces por otros elementos como es el Sol pero también el propio movimiento de traslación de la Tierra y otros factores relacionados con los ciclos de Milankovitch.

Mareas

Las mareas son el efecto más evidente que tiene sobre el planeta. La Luna tiene un diámetro cuatro veces menor al de la Tierra y se encuentra a una distancia de casi 385.000 kilómetros, aunque se aleja a un ritmo de 3,8 centímetros al año. A escala podríamos extrapolar las distancias y tamaños de la siguiente manera:


Si la Tierra fuera una pelota de baloncesto la Luna tendría el tamaño de una pelota de tenis y ambas estaría a una distancia de 109 metros.

Este tamaño y distancia hace que el efecto de la fuerza de la gravedad sea suficientemente fuerte como para ejercer un efecto sobre los líquidos del planeta. Este efecto da lugar a las mareas que son movimientos de la masa de agua provocando en determinadas costas que el agua avance o retroceda al ritmo del ciclo lunar. En determinadas épocas del año se produce el fenómeno de las “mareas vivas” siendo este efecto mucho más evidente al coincidir en el mismo plano el sol y la luna con la Tierra.


Estas recesiones cíclicas en las costas no solo favorece la biodiversidad en dichos ecosistemas sino que además estudios demuestran que estas mareas gravitacionales marcan el pulso de la vida de muchos organismos. Concretamente se ha comprobado en plantas que la germinación y crecimiento se ven directamente influenciados por los ciclos lunares independientemente de otros factores vinculantes como es la iluminación.

Además el efecto que tiene sobre los movimientos de las masas de agua genera las corrientes marinas estabilizadoras del clima.

Todos estos efectos se verán afectados a medida que la distancia entre la Luna y la Tierra sea mayor.

Rotación de la Tierra se ralentiza

Una de las hipótesis sobre el origen de la Luna sitúa su formación hace más de 4.000 millones de años cuando un protoplaneta del tamaño de Marte colisionó contra la Tierra primitiva variando su eje de rotación. Desde entonces esta inclinación varía dentro de un rango de entre los 21,5º y 24,5º respecto al plano de la elíptica alrededor del Sol. Esta inclinación provoca los diferentes climas de las 4 estaciones del año ya que el sol no incide por igual en todos los puntos: durante el solsticio de verano en el hemisferio norte el eje está inclinado en dirección al sol recibiendo esta mitad de la Tierra más horas de luz y calor. Durante el invierno ocurre lo contrario ya que el eje está “de espaldas” al sol recibiendo el hemisferio norte menos horas de radiación solar.


Además, la velocidad de rotación de la Tierra se ha visto ralentizada por el efecto de atracción gravitacional de la luna. Esto tiene un efecto estabilizador del clima en la Tierra.

Eclipses

La palabra eclipse proviene del griego “ékleipsis” y significa desaparición. Tres astros se precisan para los eclipses lunares y solares. Cuando el Sol, la Luna y la Tierra coinciden en el mismo plano y dependiendo el orden de la secuencia se produce un tipo u otro. En los eclipses solares “desaparece” el sol total o parcialmente porque la luna se interpone entre el Sol y la Tierra. En cambio, durante los eclipses lunares el astro que parece desaparecer es la luna pero lo que ocurre realmente es que la Tierra se interpone entre el Sol y la Luna y se proyecta la sombra de la Tierra en la Luna.

En los momentos de los eclipses se producen variaciones de temperatura y de velocidad del viento.

Ciclos de Milankovitch

Los ciclos de Milankovitch intentan explicar el patrón que siguen los períodos de glaciaciones e interglaciaciones. Estas variaciones están basadas en las diferentes combinaciones de 3 parámetros fundamentales: excentricidad de la órbita, el eje de rotación y la precesión de los equinoccios.

La excentricidad de la órbita varía con el tiempo aumentando o disminuyendo (menos circular o más circular) en el que la variación más importante ocurre cada 410.000 años. Esta variación en la forma de la elíptica puede suponer una diferencia de cantidad de radiación recibida de entre 1% y 11%.

La oblicuidad del eje de rotación que está directamente relacionado con la distancia de la Luna a la Tierra. La inclinación del eje tiene una oscilación de entre 21,5º y 24,5º cada 40.000 años.

La Tierra describe un movimiento de precesión de sentido inverso al de rotación influenciado por la atracción que ejercen sobre la Tierra el sol y la luna. El eje describe un círculo que se completa en un ciclo de 26.000 años. Estas variaciones tienen consecuencias también en cuanto al clima de la Tierra ya que se producen variaciones en la posición de los solsticios y equinoccios.

Estos 3 parámetros están directa o indirectamente relacionados con el clima ya que tienen que ver con la manera y la cantidad de radiación que recibe la Tierra. La teoría de Milankovitch plantea que combinando estos 3 parámetros dan como resultado unos ciclos que son los que definen los períodos glaciares e interglaciares.

Las glaciaciones coincidirían con una combinación tal en la que la excentricidad sería elevada, la inclinación del eje de rotación sería mínima y la distancia entre la Tierra y el Sol sería mayor. Es decir, habría poco contraste entre las estaciones.

Las interglaciaciones se darían con una combinación de una excentricidad mínima. una inclinación máxima y una menor distancia entre la Tierra y el Sol dando lugar a un mayor contraste entre estaciones.

Estos ciclos podrían producirse cada 100.000 años con variaciones que tendrían relación con cada uno de los parámetros mencionados en los ciclos de Milankovitch.



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