viernes, 27 de mayo de 2022

INTRODUCCIÓN A LA NEUROCIENCIA. ¿Neurociencia?

                                                                 ¿Neuroeducación?

El prefijo “neuro” está de moda y de manera acertada o desacertada se está utilizando también para referirse a un nuevo marco de la educación. Pero como debe ocurrir con todos los nuevos términos que incorporan este llamativo prefijo se plantea la cuestión de si es necesario o no. Habrá quién defenderá que la palabra neuroeducación tiene un significado concreto que se diferencia del concepto de educación. Pero es posible que otros piensen que es una estrategia de publicidad para llamar la atención e intentar dar un aura de novedad científica.

Por una parte parece innecesario utilizar este prefijo para variar el significado de la palabra educación. Inconscientemente parece que el significado se amplía cuando añadimos neuro. La neurociencia aplicada a la educación sería la traducción natural y espontánea, pero al profundizar un poco en el significado real de la palabra aparecen dudas en cuanto a la necesidad de su uso. ¿No es suficientemente amplio el significado del término “educación” que tenemos que añadirle el prefijo neuro?¿No es un abuso o pretencioso querer envolver su significado con un aura más científica si cabe? No queda clara pues la intención semántica del término: si neurociencia hace referencia a la ciencia que estudia el sistema nervioso y su funcionamiento, neuroeducación ¿tendría que ser la ciencia que estudia el funcionamiento del cerebro durante el aprendizaje o más bien sería como desarrollar el aprendizaje a partir de los conocimientos que se tienen del funcionamiento del sistema nervioso? Estas preguntas parecen responderse solas cuando volvemos al significado de la palabra educación y se llega a la conclusión que por sí misma ya tiene en cuenta las consideraciones mencionadas sin utilizar el prefijo neuro. Así, el mito de la neuroeducación pierde fuerza cuando consideramos la Educación como los procesos pedagógicos utilizados por los educadores y que están en constante revisión en función de la atención empática hacia el estudiante.

Sin embargo, si nos atenemos al buen uso que se puede hacer del concepto de neurociencia encontramos que existen expertos que defienden la neurociencia como una herramienta de mejora en los procesos de enseñanza de los estudiantes. El significado en este caso sería la neurociencia aplicada a la educación sintetizada en la palabra neuroeducación. Es ésta la intención responsable que se pretende dar al concepto y encontramos ejemplos de ello en los numerosos cursos de formación en este campo por parte de organismos institucionales como el Ministerio de Educación. En ellos se pretende abrir un nuevo campo de investigación orientado a mejorar los procesos de enseñanza a partir de los conocimientos que se tienen en Neurociencia. Este punto de vista sería más humilde que el primero ya que no deja de ser una nueva vía de estudio de estos tipos de investigaciones que relacionan el funcionamiento del cerebro aplicado a la enseñanza.

Resumiendo, en términos generales no parece clara la intención que se pretende dar a “neuroeducación”. Un tema tan sensible como la educación de nuestros hijos y que produce preocupación en la mayoría de la sociedad no debería de prestarse a los juegos de confusión intentando vender la idea de las recetas mágicas que nos brinda la neurociencia. Ni siquiera ésta es tan presuntuosa de pretender ofrecer la fórmula definitiva sino una herramienta de conocimiento para seguir aprendiendo.


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